viernes, enero 14, 2011

Hoy leí la nota de tapa de la Rolling Stone de este mes: la última entrevista que dio John Lennon a la revista, tres días antes de morir. Lo mejor fue que la leí porque estaba claramente al pedo; planeaba leerla en estos días, sí, pero por equis motivo no lo hacía. Hoy simplemente agarré la revista y me tiré en mi cama. E ¿increíblemente? me emocioné. Es la primera vez que me llegan tanto las palabras de una persona por medio de una nota en una revista. Supongo que fue más que nada porque se centró en su relación con Yoko Ono. O no sé. Sabía que el tipo era una persona increíble y muy rebuscada, todos sus conocidos lo dicen incluso hoy en día, pero creo que nunca nadie que no haya tenido el honor de conocerlo personalmente se daba cuenta realmente cuán increíble y cuán rebuscado era. Sin embargo, al mismo tiempo, en sus palabras, te podés dar cuenta que era el hombre más simple que podías encontrarte. La forma en la que describe el amor que tenía por su mujer; la forma en la que te hace sentir que ella verdaderamente era su motor, el oxígeno que respiraba; que sólo con ella podía seguir con vida. Me enamoré (aún más) de él. Me enamoré del amor que se tenían/tienen. Ojalá algún día pueda sentir ese amor, esa fuerza, esa sana dependencia por alguien.
Creo que estuve todo el resto del día pensando en las palabras que dijo. Decía lo que cualquier otra persona estaría pensando horas y horas, de una forma fácil, entendible y natural.
Todavía hoy me sigo preguntando qué sería del mundo hoy en día si alguien tan simple pero influyente siguiera con vida. Bah, "con vida"; todo el mundo estaría de acuerdo en decir que él no murió nunca. Y aunque al parecer no lo quiera así, va a tener que bancarse su maravillosa influencia en la gente durante mucho tiempo más.

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